La historia de la República Democrática del Congo está llena de episodios de explotación, desde el caucho, pasando por los diamantes hasta llegar a los minerales que alimentan nuestra digitalización, como el coltán o el cobalto, de los que ya hemos hablado en otros momentos. «Cobalto Rojo, el Congo se desangra para que tú te conectes» es una profunda investigación in situ del investigador y activista estadounidense Siddharth Kara sobre la realidad de la minería del cobalto en este país, una obra que ha sido finalista del prestigioso Premio Pulitzer en 2024.

El cobalto es un mineral imprescindible para las baterías de ion-litio, baterías presentes en todos nuestros dispositivos digitales pero también en los coches eléctricos. Entre 2018 y 2022, la demanda casi se ha duplicado, y el principal aumento es debido al auge de los vehículos eléctricos. La República Democrática del Congo produce aproximadamente el 75% del suministro mundial de cobalto. Hasta aquí, podría ser una buena noticia para su economía pero desgraciadamente, como suele ocurrir en estos casos, esta demanda va asociada a terribles condiciones de producción, como relata Kara en sus viajes al conocido como ‘Cinturón del Cobre’, región donde se concentran las principales minas de cobalto en este país: explotación infantil, continuos derrumbes en las minas con consecuencias trágicas, numerosos problemas de salud, agresiones sexuales a mujeres, contaminación de los entornos,… todo ello envuelto en una oscura trama de corrupción gubernamental, prácticas fraudulentas y lavados de cara de las empresas… lo peor de nuestra economía capitalista depredadora.

Estas condiciones se dan en especial en la llamada minería artesanal, minería absolutamente desregulada llevada a cabo por grupos auto-organizados cuyo material se mezcla desde el primer momento con el procedente de las minas industriales -controladas en su mayor parte por empresas chinas siempre en acuerdo con el gobierno congoleño-, haciendo imposible separar en la cadena de suministro el cobalto producido en condiciones más controladas del cobalto de la minería artesanal. Aunque las estimaciones son complejas debido a esta desregulación, se estima que en torno al 30% del cobalto congoleño provendría de la minería artesanal. El material obtenido por la minería artesanal es de más calidad que el proveniente de las maquinarias de la minería industrial por lo que ni empresas ni gobiernos tienen interés en frenar este tipo de trabajo. Pero tampoco de protegerlo con condiciones dignas.

En la página de Instagram del autor podéis encontrar vídeos e imágenes de esta profunda y detallada investigación que nos revela la trágica realidad que alimenta las baterías de nuestra transición digital y ecológica.

(En estos enlaces también podéis acceder a diversas entrevistas al autor con motivo de la presentación del libro en España, en medios como El País, Cadena Ser o La Voz de Galicia).

Compartir: