Entre el 22 y 25 de febrero se celebra en Barcelona una nueva edición del Mobile World Congress, la principal feria sobre el mundo de las tecnologías móviles a nivel internacional. Y como tal, el MWC se convierte en el mejor escaparate para conocer las últimas novedades en tecnologías móviles, sus aplicaciones en cada vez más ámbitos de nuestras vidas, las últimas oportunidades de negocio que ofrece el sector,… Y, desde este punto de vista, también es el mejor escaparate para conocer el grado de atención que este sector dedica a la cuestión de la sostenibilidad y su impacto sobre nuestro medioambiente. Veamos.
Congratula comprobar que la organización del congreso cuenta en su web con un apartado bajo el título «Carbon neutral«, donde relatan cómo el MWC es el evento de negocios neutral en sus emisiones de CO2 más grande del mundo, algo logrado con la reducción al mínimo del uso de papel, la promoción del reciclaje y la inversión compensatoria en proyectos de energía renovable. Algo que trata de promover también entre los expositores a través de un concurso que premia los stands más sostenibles. Un punto a favor.
Sin embargo, al profundizar en ello, decepciona ver cómo esa sostenibilidad se limita fundamentalmente al «envoltorio» del congreso y no a su contenido: es decir, se intenta que la celebración del congreso en sí sea sostenible, algo a lo que puede aspirar cualquier feria de este tipo y es algo loable, pero apenas ni una mención a que la industria de las tecnologías móviles pueda reducir su enorme impacto sobre el medioambiente. Y es que si revisamos su amplio programa, podemos ver cómo la sostenibilidad tiene una presencia residual, rescatando únicamente la presencia de un pabellón para exhibir tecnologías verdes aunque por lo que se puede intuir muchas de ellas no están relacionadas directamente con la telefonía móvil (como tecnologías para jardines más sostenibles o motos eléctricas, aunque no se da más información sobre la cantidad de expositores que ocuparán este espacio; es de suponer que ahí estará algún expositor que sí desarrolla ciertas propuestas sostenibles en relación a la telefonía móvil, como la barcelonesa YupCharge, que entre sus soluciones para recargar dispositivos móviles ofrece un cargador de exterior que funciona con energías renovables (véase imagen); y, junto a ello, alguna conferencia sobre ciudades inteligentes y sostenibilidad,…, y, tristemente, eso parece ser todo (si ampliamos la mirada social, podemos encontrar algunas propuestas sobre tecnologías y salud, alguna presentación sobre uso del crowfunding, compromiso ciudadano, tecnologías para la inclusión, para mejorar la ayuda humanitaria y todo una línea del congreso dedicada a «mujeres conectadas«). Esta ausencia de un debate serio sobre el impacto las tecnologías móviles sobre nuestro planeta es aún más grave cuando el evento acoge una cumbre que bajo el título de “Connecting Everyone and Everything to a Better Future” reúne a líderes sociales, empresarios y gobiernos con el objetivo de avanzar en la conexión de aquellos millones de personas que todavía no tienen acceso a las tecnologías, un logro que podría mejorar sus vidas… y, sin duda, también las de las compañías que se beneficien de esa ampliación de su mercado.
Ni una palabra al parecer sobre el terrible drama que rodea al uso de minerales como el coltán o el cobalto utilizados para la producción de las tecnologías móviles; ni una palabra al parecer sobre qué hacer con las millones de toneladas de basura electrónica que cada año inundan nuestro planeta promovidas en gran parte por una industria que nos apremia a renovar nuestros dispositivos cada vez en menores plazos de tiempo; ni una palabra, al fin, sobre la contaminante «nube» que sostiene la mayoría de los servicios que nos ofrecen las compañías móviles. En conclusión, si este Mobile World Congress es realmente un espejo de la situación de este sector, sin duda la sostenibilidad no parece estar todavía ni de lejos en sus prioridades.