Nos hemos acostumbrado a hablar del impacto de Internet desde el punto de vista de su consumo energético y, por tanto, de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Este artículo que recuperamos nos da una visión más global al incorporar también la huella sobre el consumo de agua y de tierra, agua para generar energía y, fundamentalmente, para enfriar las instalaciones de los centros de datos, y tierra para su construcción.

El artículo comienza repasando el impacto que tuvo el incremento de uso de Internet en los hogares durante la pandemia, que sitúan a nivel mundial entre un 15 y un 40%, especialmente potenciado por el aumento del streaming de vídeo. Este incremento supuso elevar la demanda de electricidad de los centros de datos y las redes de transmisión en 42,6 millones de MWh anualmente. A su vez, este aumento de demanda energética habría supuesto un incremento anual en la huella de Internet de 3,2 millones de toneladas métricas de CO2, 1’8 trillones de litros de agua y 100 millones de metros cuadrados de tierra. Según las autoras del estudio, «este aumento de las emisiones de carbono requeriría un bosque del doble del tamaño de Portugal para capturar todo el CO2 emitido. La huella hídrica asociada es suficiente para llenar 317.200 piscinas olímpicas y la huella terrestre es del tamaño de Los Ángeles.”

Más allá de los incrementos durante la pandemia, los datos que aporta el estudio sobre la huella de Internet son contundentes:

• Tomando la huella de carbono media del mundo (32 g de CO2/GB) el almacenamiento y la transmisión de datos emiten 97 millones de toneladas de CO2 al año, lo que equivale aproximadamente a la huella de carbono anual de Suecia y Finlandia juntas.

• Del mismo modo, la huella hídrica media mundial del uso de Internet se estima en 2,6 billones de litros de agua, o el equivalente a llenar más de un millón de piscinas olímpicas.

• Por último, la huella media terrestre del uso de Internet es de aproximadamente 3.400 kilómetros cuadrados de tierra, lo que representa el tamaño combinado de Ciudad de México, Río de Janeiro y Nueva York.

Como hemos mencionado en otros artículos, detrás de este gran aumento en la demanda de energía de Internet está el consumo de vídeo. Las autoras realizan una estimación de la huella del consumo de vídeo en Internet, y lo comparan con el menor impacto que podría generarse si, de un lado, descargarámos los vídeos en streaming en calidad estándar en lugar de en alta calidad y, de otro, si en las videoconferencias nos conectáramos con el vídeo apagado:

• Si 70 millones de suscriptores de streaming bajaran la calidad de vídeo de sus servicios de streaming, se reducirían mensualmente  3,5 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a eliminar 1,7 millones de toneladas de carbón, es decir, aproximadamente el 6% del consumo mensual total de carbón en Estados Unidos.

• Si 1 millón de usuarios de videoconferencia apagaran el vídeo, reducirían colectivamente las emisiones en 9.023 t de CO2 en un mes, lo que equivale a suministrar energía a una ciudad de 36.000 personas durante un mes con carbón.

Ante la enormidad de la huella global de Internet que nos muestra este estudio, publicado en 2021, quedémosnos con este mensaje que nos invita a disminuir nuestro impacto personal sin por ello prescindir de las ventajas parece que ya irrenunciables que nos ofrece la red. Recuerda: baja la calidad de tu streaming de vídeo, apenas lo notarás y harás una importante contribución a frenar el cambio climático.

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