Nos hacemos eco del informe 2024 sobre economía digital de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) que atestigua cómo el aumento de la economía digital lleva aparejado un mayor impacto material sobre nuestro entorno social y medioambiental.

Este vídeo resume algunas de las principales ideas del informe

En el prólogo del informe, la secretaria general de UNCTAD, Rebeca Grynspan, nos resume esas ideas y la llamada de atención fundamental que quieren lanzar las Naciones Unidas sobre la gravedad de no revertir este impacto creciente a través de una economía digital circular que sea más sostenible y equitativa:

«La economía digital, a menudo elogiada por su naturaleza virtual e intangible, ha creado la ilusión de un mundo libre de residuos materiales. Sin embargo, el Informe sobre la economía digital 2024 revela crudamente la falacia de esta percepción. La huella de carbono del sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones en 2020, que según las estimaciones fue de entre 0,69 y 1,6 gigatoneladas de emisiones expresadas en dióxido de carbono equivalente, representó entre el 1,5 % y el 3,2 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, porcentajes que corresponden al rango superior, ligeramente por debajo de la contribución de todo el sector del transporte marítimo a las emisiones de CO2. La producción de una sola computadora de 2 kg requiere la extracción de la asombrosa cantidad de 800 kg de materias primas.
Estas cifras no harán sino aumentar, ya que se prevé que la producción de minerales esenciales para la transición digital, como el grafito, el litio y el cobalto, se incremente un 500 % de aquí a 2050 para satisfacer la creciente demanda de tecnologías digitales y con bajas emisiones de carbono. Se calcula que los centros de datos, la espina dorsal del mundo digital, consumieron unos 460 TWh de electricidad en 2022, un consumo que se duplicará de aquí a 2026. El número de unidades de semiconductores se cuadruplicó entre 2001 y 2022 y sigue creciendo. Se prevé que la cobertura de banda ancha móvil de quinta generación pase del 25 % de la población en 2021 al 85 % en 2028, y que el número de dispositivos de Internet de los objetos aumente de 16.000 millones en 2023 a 39.000 millones en 2029. Esta expansión, unida a la creciente popularidad del comercio electrónico —las ventas de las empresas por esta vía se incrementaron de 17 billones de dólares en 2016 a 27 billones en 2022 en 43 países— traza un panorama complejo del impacto ambiental de la economía digital.
Este informe es una señal de alarma, que nos insta a afrontar las consecuencias ambientales de nuestro estilo de vida digital.
El impacto ambiental de la digitalización es un problema mundial, pero sus efectos no se distribuyen de manera uniforme. Los países en desarrollo, que suelen poseer abundantes reservas de los recursos necesarios para las tecnologías digitales, soportan una carga desproporcionada de los costos y obtienen escasos beneficios. Por ejemplo, los teléfonos
inteligentes, computadoras portátiles, pantallas y otros dispositivos electrónicos desechados aumentaron un 30 % entre 2010 y 2022, y sumaron 10,5 millones de toneladas en todo el mundo
. Los países desarrollados generaron un promedio de 3,25 kg de residuos electrónicos por persona, frente a menos de 1 kg en los países en desarrollo y 0,21 kg en los países menos adelantados. Sorprendentemente, en 2022, solo el 24 % fue objeto de una recogida oficial de los residuos electrónicos en todo el mundo, y apenas el 7,5 % en los países en desarrollo.
Otro aspecto que es preciso tener en cuenta es el impacto de la extracción de los minerales esenciales para las tecnologías digitales en la sostenibilidad ambiental y social. Con frecuencia, esta extracción descansa en la minería artesanal y en pequeña escala, que suele asociarse a condiciones de trabajo peligrosas, la degradación ambiental y la explotación de las comunidades vulnerables, incluidos los niños. Estas circunstancias ponen de relieve la urgente necesidad de una mayor transparencia y de prácticas de abastecimiento responsables en la cadena de suministro digital, que garanticen que el progreso tecnológico no se logre a costa de las comunidades vulnerables o del medio ambiente.
Sin embargo, a pesar de estos problemas, la digitalización también encierra un inmenso potencial para el bien del medio ambiente. Las tecnologías digitales pueden impulsar la eficiencia energética, optimizar la utilización de los recursos y permitir soluciones innovadoras para la mitigación del cambio climático y la adaptación a este.
Este informe subraya la necesidad de adoptar un enfoque equilibrado. Debemos aprovechar el poder de la digitalización para promover un desarrollo inclusivo y sostenible, mitigando al mismo tiempo su impacto ambiental negativo. Con tal fin, es preciso optar por una economía digital circular, caracterizada por el consumo y la producción responsables, la utilización de energías renovables y la gestión integral de los residuos electrónicos.
Para orientarse en este complejo panorama, la cooperación internacional es primordial. Debemos esforzarnos por lograr una distribución equitativa de los beneficios y costos de la digitalización, garantizando que nadie se quede atrás en la era digital. Debemos colaborar para establecer marcos de gobernanza global que promuevan prácticas digitales sostenibles y permitan a los países en desarrollo participar plenamente en la economía digital. El Informe sobre la economía digital 2024 resalta un aspecto importante: la urgente necesidad de actuar a todos los niveles, desde los Gobiernos y las empresas hasta las organizaciones internacionales y la sociedad civil. Debemos abrazar una nueva mentalidad que tenga en cuenta la sostenibilidad en todas las fases del ciclo de vida digital.»

Se puede acceder al resumen ejecutivo en español en este enlace.

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